La covid-19 y sus efectos sobre la depreciación de activos fijos

Nadie puede negar los efectos de la covid-19 sobre las empresas. Sin embargo, algo que no es muy discutido es cómo se vio afectada la depreciación de sus activos fijos. A simple vista podría pensarse que ante la paralización o restricción de las operaciones, el deterioro de este tipo de bienes quedaría en pausa, pero en realidad es una situación que requiere un análisis más profundo. 

El deterioro de los activos fijos

Para empezar, debemos recordar que la depreciación es la expresión contable del desgaste de los activos fijos. Y a este respecto, considerar que el deterioro no es solo físico, sino también financiero, tecnológico, mecánico, etc. 

En concreto, el deterioro de los activos fijos puede tener causas externas como la disminución del valor del bien en el mercado, la presencia de cambios significativos adversos en el entorno y en las tasas de interés del mercado. También, internas como el deterioro físico, variaciones en la forma de uso del bien y una merma en su rendimiento económico.  

Teniendo en cuenta cada uno de estos factores, resulta evidente que más de uno sí ha estado presente durante este periodo de pandemia. Por ejemplo, ya hemos visto cómo se han producido cambios en el entorno macroeconómico y local. Asimismo, la devaluación de las monedas y la inflación han generado cambios significativos en las tasas de interés, afectando el valor de uso del bien. 

Del mismo modo, dentro de las compañías la paralización de la producción, o disminución en el ritmo de las mismas, e -inclusive- la reorientación a otras actividades más lucrativas ha modificado la forma de uso de los activos. Además, es posible que las variaciones en la demanda y el consumo hayan afectado negativamente el rendimiento económico del activo.  

En consecuencia, ante la presencia de estos factores, no es factible considerar que el deterioro de los activos no circulantes se ha detenido o disminuido desde que inició la pandemia. 

Todos estos factores están explicados en la NIC 36, que también señala que al final de cada período debe hacerse una evaluación del deterioro de los activos fijos. 

 El principio de causalidad

Por otro lado, es imposible olvidar que existe el principio de causalidad que refiere que mientras haya ingresos en una compañía deben existir también gastos. Y podemos tener claro que, aunque hayan habido paralizaciones, muchas empresas han continuado obteniendo ingresos. 

Por lo tanto, negar la depreciación, implicaría negar también la capacidad de producir ingresos de esos activos. De tal manera que solo los bienes mantenidos para la venta (de acuerdo con la NIIF 5, Activos No Corrientes Mantenidos para la Venta) dejan de depreciarse. 

Aplicación según los tipos de depreciación

Asimismo, es necesario tener en cuenta que la depreciación responde a dos ámbitos de aplicación contable distintos. Y de acuerdo a ellos deberá adaptarse el valor de la misma en tiempos de covid-19. 

Tributaria

En muchos países de Latinoamérica, las empresas han obtenido subsidios y regímenes tributarios especiales frente a la situación extraordinaria. Sin embargo, pese a que en México muchos gremios han solicitado al gobierno permiso para aplicar una depreciación acelerada a sus activos -con el fin de disminuir sus costos de operación y obtener liquidez durante la pandemia- no se obtuvo respuesta favorable. 

Por lo tanto, las compañías mexicanas deberán continuar depreciando sus activos de acuerdo a los porcentajes estipulados en la Ley del Impuesto Sobre la Renta. No obstante, podría ser favorable revisar también el factor de actualización correspondiente para obtener una tasa de depreciación más adecuada al escenario actual. 

Financiera

En cuanto a la depreciación financiera, las empresas necesitan actualizar este monto para -aparte de obtener liquidez- presentar estados financieros y prospecciones ajustados a su realidad. Por este motivo, considerando lo extraordinario de la situación, resultaría conveniente utilizar un método de depreciación lineal, más que uno de actividad, dado que las variaciones en la producción podrían generar inconsistencias en el reconocimiento de la depreciación.

 

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